El poggismo, desbordado por la alta imagen de Alberto Rodríguez Saá, decidió proscribir su rostro de las boletas. El miedo a perder los empuja a censurar lo que no pueden igualar.
Cuando el poggismo chocó de frente con la altísima imagen de Alberto Rodríguez Saá, no supo qué hacer… y decidió proscribirlo. Así, sin vueltas. Como si silenciarlo alcanzara para borrarlo de la memoria colectiva de San Luis. Pero no se puede esconder el sol con las manos, y menos cuando el sol es quien marcó el ciclo de mayor progreso en la historia de la provincia.
Primero intentaron polarizar: “somos nosotros o ellos”, decían en las alturas de Terrazas del Portezuelo. Pero esa grieta imaginaria no prendió. Porque Alberto no es un ex cualquiera: es el protagonista de una era de caminos que abrieron el mapa, de una revolución digital que transformó derechos, de hospitales modelo, de educación innovadora y legislación de vanguardia. El rostro de una San Luis que supo mirar al siglo XXI con dignidad y visión.
La jugada les salió mal. Y entonces, en lugar de revisar su estrategia, eligieron censurar. Ahora buscan prohibir la inclusión de su imagen –una representación austera, en blanco y negro, como daguerrotipo histórico– en el logotipo del Frente Justicialista. Argumentan que como no es candidato, “podría confundir” a los votantes.
¿Confundir? Lo que confunde es la doble vara. Porque en la elección general del 11 de junio de 2023, la boleta del lema 802 del Frente Cambia San Luis mostraba bien grande la cara de Adolfo Rodríguez Saá como figura en la categoría de Intendente Comisionado de Villa de la Quebrada… aunque Adolfo tampoco era candidato.
Nadie dijo nada entonces. Nadie habló de veda, ni de proscripción visual, ni de confusión. Porque cuando ellos lo hacen, es estrategia. Cuando lo hace el otro, es trampa.
El poggismo vuelve a caer en su contradicción estructural. Se arrogan la transparencia, pero operan en la oscuridad. Acusan de manipular, pero usan las reglas del juego sólo cuando les conviene. Otra vez se repite la máxima de los que creen que el poder los vuelve impunes: haz lo que yo digo, pero no lo que yo hice.
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